lunes, 19 de abril de 2010

Comienza a escribir…


Las estrategias que me he planteado utilizar están clasificadas en un cincuenta por ciento cabeza y en otro cincuenta por ciento intuición. Como ya he dicho, quería arriesgarme a hacer algo que hace bien poco dije que no haría nunca más, por miedo a que me afectara demasiado, y es poner un enorme peso emocional en una obra. Y no sólo en esta, sino aprender a manejar la información personal y emocional dentro de mi propia trayectoria como artista, para poder manejarla a ella y que ella no me maneje a mí.

Después del prudente tiempo de luto tras la ruptura comenzó a rondarme la idea de hacer un trabajo sobre la misma, aún no sabía si a modo de terapia o tratándolo como si fuera un tema de la misma importancia y trascendencia que cualquier otro tratado anteriormente.

Lo cierto es que nunca me ha gustado la idea del arte a modo de terapia, porque tiene cierto significado peyorativo dentro de la didáctica de las artes, dándose a entender como algo que se realiza como hobby o entretenimiento a personas no cualificadas en la materia. Sin embargo, artistas como la misma Sophie Calle o Jo Spence han utilizado el arte y sus creaciones como manera de superar traumas o disgustos, haciendo un recorrido al mismo tiempo por un proceso artístico completamente válido y nada despreciable. Creo simplemente que se les ha dado un sentido negativo por su carácter descriptivo más que narrativo, si como narrativo entendemos las meta narraciones, algo fuertemente ligado a lo masculino, la historia universal frente al diario personal, por poner un ejemplo comprensible. Lo narrativo siempre se ha adjudicado a lo masculino y lo descriptivo, que es lo que quedaba de puertas apara dentro, a lo femenino, para así asociarlo más tarde al hogar, lo íntimo y lo pequeño.

Lo que me interesaba era tomar la palabra dentro de ese discurso de lo íntimo y personal, haciéndolo visible y por lo tanto existente.

Así que recurriendo a lo persona, lo que a mí me había sucedido dentro de esa relación de cuarenta días, decidí tomar la información necesaria para construir esa relación, o mejor dicho, reconstruir la relación y la ruptura consiguiente. Una cosa es lo que ocurrió, y otra lo que yo cuente de ello. Una cosa es lo que iba a suceder y otra cosa es cómo yo lo planteara. Nada es natural, y las cosas no se dan por sí solas, sino que nuestra memoria las procesa de una o de otra manera, a nuestro antojo. En este caso yo decidí olvidarlo, pero puse el freno a tiempo. Esta vez iba a tomar yo la palabra, aunque fuera para contarlo a posteriori.

Así que decidí escribir un diario, y hacerlo público.



| Top ↑ |